sábado, 27 de abril de 2013

TOMANDO DECISIONES

DILEMAS MORALES



La mayor parte de los dilemas morales no se dan entre un valor y un contravalor sino más bien entre dos
valores que se ponen en conflicto en una situación concreta.
Esta herramienta invita a los estudiantes a ponerse en este tipo de situaciones que plantean dilemas al
modo de pensar y actuar, y a tomar una posición frente a ellas.Te presento algunos dilemas para que ejercites la toma de decisiones, dilemas pensados en situaciones que te pueden ser familiares. te invito a leerlos y reflexionar acerca de ellos. "Adelante"

1.-En la casa de Nicolás no hay plata para comer.
Un vecino le ofrece que venda unos cigarros de
marihuana para obtener unos pesitos.
Nicolás no sabe si aceptar o no el ofrecimiento.
Sabe que si vende esos cigarros habrá comida en
casa, y la angustia de su madre disminuirá. Pero,
por otra parte, sabe que vender marihuana no es
algo legal ni bueno.
¿Qué harías tú en su lugar?


2.-Roberto ve a unos amigos robando el examen
final de Lenguaje, sin que ellos lo notaran.
Roberto se queda callado porque piensa que
nunca es bueno delatar. Pero, cuando le echan la
culpa a un alumno que no tuvo nada que ver, se
siente impulsado a decir la verdad.
¿Qué debería hacer, de acuerdo a tu opinión?


3.-. La mejor amiga de Iris le confiesa que no está comiendo
nada porque quiere adelgazar, y que cuando come, porque ya
no da más de hambre, se provoca vómitos para que su cuerpo
no aproveche el alimento.
Iris siente ganas de llamar a la madre de su amiga para contarle,
pues tiene miedo que se enferme. Pero piensa que su amiga le
contó lo que hacía, porque siente confianza en ella. De manera,
que no sabe ya qué hacer.
¿Cuál debería ser su conducta y por qué?


4.-En el recreo, Sebastián sorprende a unos
compañeros de curso pegándole a un alumno
más chico. Sebastián golpea a sus compañeros
para que no sigan lastimando al niño.
Después se queda pensando que hizo lo mismo que le hicieron
al niño y no está muy seguro de haber hecho lo correcto.
¿Podrías ayudarlo a examinar detenidamente la situación
para que pueda comprender si actuó bien o mal?


5.-Una de las mejores amigas de Claudia se está
emborrachando durante los fines de semana; a veces, bebe
durante la semana.
Claudia siente ganas de hablar con los profesores/as o con
los padres de su amiga para decirle lo que está pasando, pero
teme que su amiga la considere una traidora.
¿Qué debería hacer Claudia, según tu juicio, y por qué?


6.-Federico necesita pagar una apuesta a un
compañero. Como no tiene la plata, le dice a su papá
que en el colegio le pidieron unos materiales y que por
favor le dé dinero. Su padre se lo da y Federico puede
pagarle la apuesta al compañero.
Después, sintió remordimientos por haberle mentido a
su papá, pero los desechó pensando en que quedó muy
bien con su compañero.
¿Crees tú que Federico actuó bien? ¿Por qué?


7.-Francisco es muy amigo de Carlos. Este
último tiene relaciones sexuales con una chica que es amiga de
ambos, desde niños. Carlos le cuenta que la
chica está embarazada y que le produce mucha
emoción saber que entre ambos han creado una
nueva vida. Pero, que aún son muy jóvenes y que
no desea que ese niño nazca. Le pide, además,
que le ayude a buscar un médico o matrona que
le practique un aborto.
Francisco está algo desconcertado. Por una parte, quiere
ayudar a su amigo, pero, a la vez, le parece espantosa la
idea del aborto.
¿Qué harías tú en su lugar?



viernes, 26 de abril de 2013

EL EXTRAÑO CASO DE LA MOCHILA OLVIDADA


El extraño caso de la mochila olvidada es una historia divertida en la que los alumnos y la trabajadora social  buscan al propietario de la mochila, la cual no lleva en su interior libros lápices y cuadernos.

Negra, con grandes manchas producto de sabrá dios qué combinaciones de sustancias, tal vez chamoy, queso amarillo, chicles ennegrecidos por siempre, saliva, manchas de lodo, placas viejitas con marcadores y hasta con liquid, era lo que el maestro de química llamaría "una mezcla heterogénea". La mochila apareció en uno de los salones a los que nos íbamos a cada hora. Alguien se la llevó a nuestro grupo creyendo que le hacía el paro a alguno de nosotros, siempre tan olvidadizos.
—Ha de ser del Rigo...
—No, yo vi que llevaba su mochila.
—¿Entonces, del Cuino?
—Menos, ése nunca trae mochila, se la quitaron los cholos y no le han vuelto a comprar.
—Pues, sepa...
Después de andar batallando con ella todo el día, se la llevamos a Chayito, la trabajadora social.
—Ahí déjenla, muchachos, al rato viene su dueño, gracias.
La dejamos sobre un mueble donde Chayito tenía un montón de papeles, como expedientes, y ahí se quedó. Tan calladita como si nada. Todo hubiera seguido normal, ir y venir a la escuela, las tareas, entregas de boletas con regaño y todo, investigaciones y exposiciones, como siempre. Maestros exigentes como el Larios de Química y otros no tanto. Pero no. Como la mochila no se movía, para todos empezó a ser una molestia en el zapato, como cuando traes una piedra o un animal. Un día me puse un tenis que traía una cucaracha, y cuando les conté a mis cuates no me la acababa con la canilla.
—Qué gacho eres.
—¿Por qué?
—Ha de haber muerto fulminada, de asfixia, la pobre...
Al principio duró una semana en el lugar donde la dejamos, en la oficina de Chayito. Pasábamos por ahí todos los días y le echábamos un ojo. A la siguiente semana, dejamos de verla y nos conformamos con la idea de que ya hubiera aparecido el dueño. Cuando le preguntamos a Chayito, nos dijo que no, que ahí seguía la mentada mochila, sólo que la había puesto debajo del escritorio porque se veía muy fea. Dijo que investigaría con los alumnos de la mañana. Pasó otro tiempo y... nada. Todas las razones de la mochila seguían ahí. De tanto que preguntábamos, llegó a ser parte de la plática obligada con los camaradas.
—¡Apuesto que aparece esta semana!
—¿Cuánto quieres perder?
—Una torta.
—Pero con una soda, si no, no.
—Sobres, yo cazo las apuestras
Pasó esa semana y otra y otra y la mochila, muy cómoda bajo el escritorio, se hacía vieja. Entonces se nos ocurrió la idea de ir con Chayito y decirle que abriéramos la mochila para ver de quién era. Lo hicimos una tarde. La orientadora nos mandó llamar para el acto tan esperado, en que la misma mochila nos diría a quién pertenecía. |
Ahí estábamos cuando Chayito abrió el primer cierre con lentitud: nada. Completamente vacía. Y así fue abriendo lo cierres pequeños, de donde brotaron gran cantidad de pendientes, broches para el pelo, listones, ligas, artículos dé belleza, espejos, peines, pintalabios, brillos...
En algunos de nosotros se había pintado el desencanto, pero en el fondo seguíamos en pleno suspenso.
—Bueno, vamos a abrir la principal.
Así lo hizo. Primero aparecieron muchos recortes de periódico, luego diminutos calzones de mujer de muchos colores, una peluca, cejas postizas, mascarillas de plástico, toda una maravilla para nuestros ojos y, al final, cuando la trabajadora social volteó la mochila, cayó una nota: "Favor de entregar esta mochila al profesor Tomasito, porque sólo a él le pertenece".
Soltamos tremenda carcajada, porque ese maestro era el más serio de todos los de la escuela, y además siempre andaba muy "chero", o sea muy vaquero...

miércoles, 24 de abril de 2013

LA CARITA FELIZ

Una de las leyendas urbanas más conocida es sin lugar a dudas la que habla de la procedencia de la carne de uno de los lugares de comida rápida más famosos del mundo. McDonalds. Pero ¿qué es lo que la leyenda cuenta? te invito a leer este interesante post. Recuerda que el blog pretende atraparte en la lectura, por eso me he atrevido a publicar la entrada, los artículos aquí publicados no reflejan en lo absoluto puntos de vista del autor.



Según fuentes autorizadas de la Universidad Estatal de Michigan, trascendió recientemente, que la carne que utiliza McDonalds para sus hamburguesas, proviene de unos auténticos bultos sin patas y sin cuernos, que son alimentados por medio de tubos conectados a sus estómagos y que de hecho no tienen huesos, sino un poco de cartílagos que nunca llegan a desarrollarse.
Quienes los han visto, aseguran que son cosas muy desagradables, pues además de permanecer inmóviles toda su "vida", no tienen ojos, ni cola y prácticamente no tienen pelo; de hecho, su cabeza es del tamaño de una pelota de tenis y lo único que sobresale es lo que les queda de "boca". La manipulación genética de la cual son resultado, los convierte en verdaderas cosas inanimadas con una horripilante apariencia gelatinosa.

Cuando el gobierno intentó obligarlos a retirar de sus anuncios que sus hamburguesas tenían carne de res, ellos argumentaron que en latín RES significa COSA, y que ellos producían carne de COSA, por lo que argumentaron que si podían decir que era carne de RES.

Aunque dicho argumento es bastante rebatible y fraudulento, se dice que con todo el poder económico que los respalda, habrían sobornado a muchas personas, en diversos puestos, a muy altos niveles gubernamentales.

Por eso, McDonalds se permite el lujo de anunciar que lo que le meten a sus hamburguesas es 100% carne de RES, o sea carne de "COSA", es decir, de esas cosas que se sabe hacen crecer en pseudo establos y con procedimientos de dudosa ética.

Pero NUNCA verán que exista ninguna leyenda o anuncio en donde McDonalds diga que la carne que utilizan es de "Ganado Vacuno", que es el nombre apropiado para designar genéricamente a toros y vacas.

Lo peor de todo esto, no es que McDonalds utilice la manipulación genética para lograr mayor producción, sino que dicha carne, produce efectos secundarios en la salud.

Las sustancias y toxinas que desarrollan las "COSAS" que cría McDonalds, producen con el paso del tiempo daños irreversibles en la salud.

Los primeros efectos se sienten al día siguiente de haber comido hamburguesas de McDonalds. Gran cantidad de personas sufre de indigestión y colitis. Pareciera que esos síntomas son intrascendentes, pero con el paso de los años, los efectos secundarios REALES E IRREVERSIBLES se manifiestan.

Es un fenómeno similar al SIDA, ya que se incuba y permanece escondido durante muchos años, hasta que poco a poco va mostrando sus efectos perniciosos.

Aunque todavía no existe un número grande de personas afectadas, se ha sabido que en lugares como Canadá , Australia y por supuesto Estados Unidos, grupos de científicos especializados en la materia, relacionan al consumo de hamburguesas de "COSA" con el síndrome de Alzheimer (¿Recuerdan a Ronald Reagan?), entre otros muchos padecimientos cuyo origen parecía no estar relacionado con otras causas.


Como leyenda urbana es un relato muy bueno ¿no lo creen?

¿Has sellado una carta con tu saliva?

Ahora voy a publicar una leyenda urbana, espero la disfrutes.


La leyenda cuenta que una mujer trabajaba en una oficina de correos en California. Un día lamió los sobres y las estampillas en lugar de utilizar una esponja. Ese mismo día se corta la lengua lamiendo un sobre. Una semana más tarde notó una rara hinchazón en su lengua. Fue al médico, pero no encontró nada raro. Su lengua no estaba adolorida ni nada.
Unos días más tarde, su lengua comenzó a hincharse más y le empezó a doler mucho más, a tal punto que no podía comer. Regresó al hospital y exigió que le hicieran algo. El médico le tomó una radiografía de la lengua y notó una hinchazón  La preparó para una cirugía menor y cuando le abrió la lengua, una cucaracha viva salió arrastrándose  Había huevos de cucaracha en la franja donde se sella el sobre. El huevo pudo encubarse dentro de la lengua debido a la saliva y estaba caliente y húmedo…

Ésta es una historia real que informó la cadena CNN.

Andy Hume escribió lo siguiente: “Yo trabajaba en una fábrica de sobres. Es difícil creer lo que flota por ahí en esas bandejas aplicadoras de goma. Hace años que no lamo los sobres.” Esto es para todos: “Hace 32 anos, cuando trabajaba en un taller tipográfico, nos dijeron que NUNCA lamiéramos los sobres. Nunca lo entendí hasta que tuve que ir a la bodega a traer 2500 sobres que ya estaban impresos para un cliente que tenía una lista de direcciones a las que enviaba información o propaganda periódicamente  y vi varias cuadrillas de cucarachas caminando dentro de unas cajas de sobres donde había huevos por todas partes. Las cucarachas se comen la goma de los sobres. Yo creo que los talleres tipográficos tienen más dificultad controlando las cucarachas que los restaurantes. Yo siempre compro el tipo de sobre que se autosella, o si es necesario, utilizo el pega stick.”

Esta es lo que la leyenda dice ¿verdad o fantasía? 

martes, 23 de abril de 2013

EL TÚNEL


EL TÚNEL: 31 DE OCTUBRE


Ésta es una excelente historia escrita por un joven español de 18 años, el cual por obvias razones ganó un concurso de cuento. La historia es de misterio y habla de acontecimientos sobrenaturales, en lo particular tenía mucho tiempo que no leía una historia que me impresionara y este cuento lo logró, estoy seguro que también te gustará a ti.



Como toda buena persona, pegué mi masticado chicle debajo del asiento y salí
del autobús. Todavía era temprano y la fina capa de escarcha que recubría la
vegetación se negaba a perder su batalla contra el astro rey.
Siguiendo la tónica general de mis compañeros, eché un vistazo a mi alrededor, no
viendo más que la carretera general junto a la que habíamos aparcado y un serpenteante camino en dirección a un pequeño pueblo.
Haciendo oídos sordos al apéndice histórico del que la profesora estaba haciendo
gala, me escondí en la parte trasera del autocar y encendí un rubio pitillo americano.
Lo fumé saboreando, como si cada calada fuese la última, dejando que mis pulmones
se llenasen de él. Antes de acabar, mi fiel amigo Jon me avisó de que nos íbamos:
- Corre Mikel, que la gente se ha puesto en marcha y nos vamos a perder.
Apagué la colilla cautelosamente y nos unimos a la cola del grupo.
Aquella pretendía ser una de esas actividades complementarias a las que tanta
importancia se había dado en los nuevos planes de estudio, y que no era mas que una
excusa para no pasar el día en el aula. Esa visita a la vieja vía del ferrocarril vasconavarro serviría para ver una consecuencia tangible de lo que fue la industrializaciónvasca del siglo XIX. La vía no conservaba los viejos raíles, había sido renovada y su
aspecto era el de un camino de parcelaria normal y corriente. Sin embargo, un par de
escarpados desniveles a ambos lados del camino y un pequeño túnel para atravesar un
peñasco, eran la viva señal de que, verdaderamente, un tren había pasado antaño por
allí. Eso sin contar un majestuoso y estrecho puente de gran altura, santuario de los
amantes del “puenting”, a los pies del cual el paso de los coches y el correr de las aguas
del río parecían una maqueta de exposición.
Después de pasar el puente, y de tirar piedras y asustar a los que sufrían de vértigo, llegamos a una derruida casa de la que la vegetación silvestre se había adueñado.
Según contó la profesora, en ella vivía un matrimonio encargado de velar por el ferrocarril, aunque su relación fue tormentosa y la casa pronto quedó abandonada.
Seguimos hacia adelante, aunque sin apartar del todo la mirada de aquella casa, y
cuando un escalofrío recorrió la espina dorsal de todos los allí presentes, nos dimos
cuenta de que habíamos llegado al larguísimo túnel del que tantas veces habíamos oído
hablar. Su oscura boca se alzaba majestuosa ante nosotros mientras nos lanzaba heladas ráfagas de aire que provocaron una sincronizada subida de cremalleras.
Estaba más que claro que la prohibición de entrar en el túnel era rotunda, aunque
para mí no suponía ningún problema, pues yo iba a entrar allí como me llamaba Mikel.
Aprovechando el tiempo de recreo que ofertó la profesora, y tras amenazar a Jon para
que me acompañase (le dije que si no venía contaría por ahí que nunca había besado
a una chica), los dos nos adentramos en la boca del lobo. A los pocos metros de longitud, la luz diurna ya resultaba insuficiente, por lo que ayudados por los “zippos” y
por la luz de los relojes, nos adentramos un poco más. El ambiente dentro era fresco,
humedecido por el agua que se filtraba a través de techo y paredes, y la fangosidad del
suelo dificultaba el caminar. Las paredes presentaban diversas invaginaciones, ahora
tapadas con piedra, y que antaño debieron servir a los caminantes para protegerse del
paso del tren. Pero no todas estaban tapadas. Tras caminar unos pasos a oscuras (apagamos los mecheros para que se enfriasen), descubrimos una estrecha puerta: una
habitación. Sin pensarlo dos veces entré. La habitación era pequeña: paredes agrietadas llenas de extraños símbolos, botellas vacías tiradas por el suelo, un enmohecido
colchón... parecía que alguien se lo había pasado bien allí. Desoyendo las peticiones de
Jon para que saliese, me acerqué a una de las paredes intentando identificar alguno de
los símbolos inscritos en ella. Acerqué la mano para tocarlos, y entonces lo sentí. Un
escalofrío recorrió todo mi cuerpo aumentando mi ritmo cardíaco de una manera brusca. Había alguien conmigo, había sentido su aliento en mi nuca, y no era Jon... La
gasolina del zippo se agotó y, reconozco que algo asustado, salí de allí.
Sin mediar palabra y a un paso muy ligero volvimos a encontrarnos con el día.
Parecía que nadie se había percatado de nuestra ausencia, mejor.
El resto del día continuó sin sobresaltos. Los siguientes también. Parece ser que
una amnesia pasajera se adueñó de mí haciéndome olvidar la “experiencia religiosa”
sentida en aquella habitación. Cinco largos meses pasaron así. Cinco meses en los quemi vida cambió mucho: fin del instituto, selectividad, comienzo de la universidad...
Cinco tranquilos meses que terminaron bruscamente el 25 de octubre.
Ese día me desperté sobresaltado, sudando, con un pequeño arañazo en el brazo...
signos que atribuí a un mal sueño; hasta que vi el crucifijo de mi comunión puesto
boca abajo y con un extraño símbolo tallado en el centro. Lo volví a sentir: escalofrío,
ritmo cardíaco... Los recuerdos volvieron a mi memoria. Asustado, retiré el crucifijo y
lo guardé en una caja de metal, pensando que de esta manera todo quedaría guardado allí y no volvería a salir. Pero cada noche se repitió la misma historia: sobresalto,
sudor, arañazo, símbolo... y esa sensación. Así durante varios días, hasta que tuve la
brillante idea de permanecer en vela para protegerme de “eso”, porque no sabía ni
como denominarlo. Pero mi intento fue fallido. Y caí dormido y me desperté sobresaltado y con sudor, frío, arañazos... Arañazos que durante seis noches habían ido trazando el mismo símbolo que aparecía tallado en mi crucifijo y en la habitación del túnel,
en mi brazo derecho, aquel con el que toqué las extrañas inscripciones de la agrietada
pared.
Era 31 de octubre, víspera de Todos los Santos, americana noche de Halloween y,
por otra parte, un sábado como otro cualquiera. Tras pasar un desasosegado día en
casa, quedé con Jon para salir de juerga por ahí. Me puse una camiseta de manga larga
y con un poco de antiojeras de mi madre arreglé un poco mi demacrado aspecto.
Jon estaba feliz, lo noté nada más entrar en el bar. Había empezado a salir con una
antigua compañera de clase, le iba muy bien en la facultad, se había comprado un
pequeño coche de segunda mano con el sueldo ganado en verano... Había conseguido
todo lo que siempre quiso.
Pedimos unas jarras de kubata y echamos un mano a mano, luego unos chupitos
de licor, unos kalimotxos para asentar el estómago... y lo volví a sentir. Una fuerte
ansiedad se apoderó de mí: necesitaba volver cuanto antes al túnel, tenía que ir, ¡era
vital!. Ofrecí un martini a Jon:
- Tío, tengo una gran idea –le dije,- ¿qué te parece si celebramos la “noche de brujas” en el túnel? Podríamos ir allí a desafiar a la oscuridad.
Jon sonrió. El alcohol se le había subido a la cabeza y no estaba como para pensar
una cosa así fríamente. Aceptó sin más.
El viaje fue bastante temerario. Entre el humo del tabaco y el alcohol, la ausencia
de tráfico nos libró de un buen accidente. Al entrar en el camino de la vía bajamos las
ventanillas para, como Jon decía, alertar a las brujas de nuestra presencia. Pasar por el
alto y estrecho puente fue toda una experiencia. Mi sangre hervía fervorosamente, mi
corazón golpeaba mi pecho como un herrero el martillo. Aparcamos a la entrada del
túnel. Cogí del maletero una potente linterna que Jon llevaba para casos de emergencia y me adentré en el túnel como alma que lleva el diablo. Jon me seguía. Entré en la
habitación: seguía igual. Levanté el brazo derecho esgrimiéndolo como si de un escudo se tratase. Los arañazos comenzaron a sangrar, lancé un cortante grito de dolor y
ocurrió: las botellas del suelo se rompieron y las paredes comenzaron a sangrar entreas grietas, una silueta abstracta cruzó el haz de luz, gritos de auxilio se escucharon a
lo lejos... Como invadido por una fuerza sobrehumana, cogí un cristal y me hice un
corte transversal en la palma de la mano, posteriormente me dirigí hacia Jon. Éste me
miraba atónito, cuerdo, como si el efecto del alcohol hubiese desaparecido; me agarró
de la mano.
- ¡¡Vámonos Mikel!! ¡Vámonos, por favor!- gritó mientras de un golpe brusco me
quitaba el cristal. Haciendo gala de su fuerza me arrastró como pudo hasta el coche,
que nos indicaba el camino con las luces. Giró la llave y aceleró marcha atrás.
Lo escrito hasta ahora es una transcripción directa de mis recuerdos, completada
con pequeños fragmentos del diario que por aquel entonces escribía. Es una de esas
tantas versiones que, a lo largo de varios años, he tenido que escribir para policía, psicólogos... o como simple aclaración de lo ocurrido aquella fatídica noche del 31 de
octubre.
Al pasar el puente, presa del pánico y los nervios supongo, Jon perdió el control
del coche, desplomándonos sobre el río igual que las piedras tiradas el día de la excursión. Jon perdió la vida al momento. Yo, aunque herido grave y tras varios días en
coma, conseguí salvarla.
Salvarla para revivir, día tras día, aquella noche, para castigarme por haber matado a mi amigo, para encontrar una explicación lógica al incidente que ha marcado mi
vida.
Tras unos días de recuperación, comenzaron las charlas con la policía, los psicólogos y psiquiatras, los expertos en temas sobrenaturales...
La policía no encontró nada extraño en la habitación del túnel, bueno, sí: un colchón, varias botellas rotas y la linterna de Jon. Las paredes estaban agrietadas y oscurecidas por la humedad, pero no había en ellas ningún fluido extraño. El cristal con el
que me corté sólo tenía mis huellas y mi sangre...
La falta de pruebas tangibles para corroborar mi versión y la normalidad de la
habitación, llevó a suponer que habíamos consumido estupefacientes, aunque como no
se encontró ningún resto en sangre, se alegó que todo había sido efecto del alcohol que
sí habíamos consumido.
Llevo ingresado 3 años en la Clínica Santa Águeda en Mondragón. Las marcas que
aparecen cada 31 de octubre en mi cuerpo en forma de extraños símbolos y las injustificadas y violentas reacciones que experimento una semana antes de esa fecha, han
llevado a los médicos a diagnosticarme una especie de histeria depresiva, que, según
dicen, me lleva a autoflagelarme.
Yo no soy un entendido del comportamiento humano, sólo sé que todo lo que
experimento cada “noche de brujas” lo hago cuerdo, con todas mis facultades en
orden. Tal vez, si abriese la caja de metal en la que guardé el tallado crucifijo de micomunión aquella primera noche, encontraría la prueba que demuestra mi cordura. O
tal vez no, lo que demostraría que fue mi trastornada mente la que mató a mi inocente amigo y me está matando a mí poco a poco.
Si alguien es tan osado como para comprobarlo por sí mismo, que se acerque al
túnel el 31 de octubre.

Para leer más historias escritas por adolescentes descarga el siguiente libro.

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ARRATE GÁMIZ IBÁÑEZ. 18 AÑOS
CATEGORÍA A (14-18 años) – CASTELLANO. PRIMER PREMIO vasca del siglo XIX. La vía no

YO NACÍ PARA COSAS GRANDES.

Hay veces que las cosas no resultan nada bien, todos sin excepción hemos tenido un mal día, muchos hemos estado inconformes con la vida que llevamos, con la casa que tenemos, con la ropa que vestimos, con el auto en que nos transportamos. Perdemos la perspectiva pensando que somos los más desdichados del mundo, pero muchas veces no es así, basta con mirar hacia cualquier parte para comprobarlo. La siguiente historia la escribió Bibiana Emilia posso, espero la disfruten, es una historia corta y fácil de digerir."Adelante"

  Una noche cuando se sentía en otro mundo, porque se drogaba para evadir la realidad, Francisca pensaba que su problema no tenía solución y era superior al de las demás personas.
Ella no tenía ganas de seguir luchando, se sentía sola, su madre había muerto el año anterior, se había quedado sin empleo y su esposo había ganado la custodia de sus dos hijos.
Era hija única así que no tenía hermanos y ya no tenía amigos. Francisca sintió que su cuerpo no aguantaba una hora más de inanición, poco a poco se iba desplomando, sus ojos se iban cerrando y de pronto tuvo la sensación de que un ángel le susurraba al oído la frase que su mamita constantemente le repetía a ella, cuando las cosas le salían mal, recuerda siempre y nunca olvides que… “Tu naciste para cosas grandes”, no te preocupes por pequeñeces.
Aunque en aquel momento pensó que nada la salvaría de la muerte, sin embargo repitió, tal vez por costumbre o porque se le olvidaba que existe un ser supremo ,maravilloso, que cuida de nosotros aún en los momentos más difíciles,” Yo nací para cosas grandes” y entró en un sueño profundo.
Cuando despertó, para sorpresa de ella, estaba en un sitio muy hermoso y le traían un suculento desayuno, un buen hombre llamado Felipe la había llevado a un hogar de rehabilitación para drogadictos, allí conoció muchas personas y sus historias de vida eran más dramáticas y tristes que la suya.
Así que todo esto la conforto muchísimo y la hizo cambiar su actitud. Tiempo después Francisca ayudó a rescatar a otras personas de la calle, que como ella también habían caído en las drogas.
Ella salió adelante porque hasta el último momento tuvo fe en Dios, y aun cuando ya no contaba con la presencia de su madre, se había dado cuenta del poder que tienen las palabras positivas en las personas. Así que siete años más tarde volvió a la vida política, y se lanzó como alcaldesa de la ciudad donde había nacido.
Lo grandioso fue que ese año ganó las elecciones, y en agradecimiento con sus electores y colaboradores hizo un discurso, que finalizó con la voz entrecortada, mientras las lágrimas se le escurrían por las mejillas, pronunciando la frase que para ella era celebre: “Yo nací para cosas grandes”.
Fin

viernes, 19 de abril de 2013

La historia del morgan

LA HISTORIA DEL MORGAN

 No, pues sí, chale, en la secundaria uno de veras que está bien refeo. Hay unos morros que tienen unas orejotas o están bien dientones, a unos se les llama Dumbos y a los otros Caballos, o Bugs Bunny; unos tienen unos brazotes bien largos y unas piernas pequeñas. Neta que parecemos caricaturas.

Luego algunos exageran, se pasan... Se compran unos pantalones del 38 o del 42 que les quedan bien guangos, claro que lo disimulan fajándose un poco, pero cuando no los ven los prefectos, ahí andan, bien cholos, tirando barrio. Yo los veo y me da risa; claro que nunca me atrevería a usar algo así porque no me llevo con ellos.

También hay unos bien cabezones o muy altos o muy enanos; luego unos que están en plena niñez y otros que ya fuman y van a los bailes como si nada. Hay unos muy aseaditos, como yo, y unos que para nada se bañan; se levantan como a las doce y así se vienen a la escuela, sin peinarse o lavarse la buchaca, guácala, ni los sobacos ni nada, y Ies llaman pacusos, pero no voy a decirles lo que significa. Luego, dizque andan acá muy de novios, muy galanes, tirando rostro con las mónitas. Luego la raza amarga nunca falta, hay unos morros que se salen, tienen una risa de lo más burlesca, a todo el que agarran a canilla, ya no lo sueltan hasta que lo hacen llorar.

Las chavas, la neta, neta, casi no hay buenas. También ellas están bien federal de caminos. En serio, hay unas que hasta te espantan y, según ellas, andan por la escuela como si fueran miss México aunque nadie las pela. Tienen las piernas flacas, flacas, chuecas, chuecas; o son muy morenas, con manchas en la cara que les llaman jiotes; a unas les dicen que les explotó el calentón, otras son güeras y pecosas. Flacas, gordas, gordas en serio, como la Keiko, por ejemplo, que está conmigo. Unas son bien sangronas y con nadie se llevan, otras se pelean a golpes con los chamacos, la Tyson le dicen a una. Hay de todo, enamoradas, juguetonas, listas y tontonas, apretadas, como las fresas.

Y volviendo a los morros, no faltan los apestosos, los pedorros, guacarosos, en fin, son una chulada mis compañeros... Pero no quiero hablar de todos mis compañeros, porque capaz que se enteran y no me la voy a acabar. Son bien gachos, y no sólo ellos, también las chavas son pesadas. Del que quiero hablar es del Adrián, un morro de esos serios, flaquito, cabeza pequeña, orejas grandes, muy formal. De toda la escuela, es el único que trae una mochila con rueditas, y ya sabrán el carrillón que le damos —porque yo también me incluyo—, se la escondemos a cada rato o se la arrebatamos para que nos persiga por todo el salón.

—Ya cálmense o los voy a reportar.
—Huy, qué miedo.
—Es en serio.
—Mira cómo tiemblo.
—Bueno, se los advierto...
—Ahí está, llorón.
Y así lo traemos a broma y broma hasta que revienta y nos reporta.
Pero tampoco de él quería hablar, más bien del Morgan. De veras que con este morro sí que se salieron.

Desde que lo vieron le buscaron el sobrenombre de Morgan, y bien que le queda porque tiene un solo ojo, el otro parece que lo perdió o así nació. También quisieron decirle Cíclope, pero no pegó. La canilla ha estado dura, hasta las chamacas seriecitas, como Maribel, le gritan al maestro:

—Mire, maestro, el Morgan me está coqueteando, me está cerrando un ojo.
Y todo mundo trata de aguantar la risa.
Otro le dice:
—Échale un ojito a mi mochila, ¿no?
Y él aguantando como si nada, se le resbala. Creo que hace mucho que aprendió a aguantar; luego, él se las devolvía, pero ya no se enojaba, ya hacía caso cuando le decían:
—Que el Morgan esté con nosotros en el equipo.
—El Morgan me pegó, profe.
—El Morgan está comiendo en el salón.
Y así por el estilo.
Pues con todo y su ojito único, un día el Morgan fue el héroe del salón. Ocurrió cuando la teacher, en plena clase, empezó a ponerse primero roja, como una manzana, y luego morada, como... pues como algo morado, vaya, como que le faltaba el aire, se agarraba el cuello con las manos, manoteaba como si estuviera en la alberca. Nosotros, todo el grupo, se quedó en suspenso, congelado en una fotografía para el recuerdo. Ni una hoja, risa, suspiro, nada. Y ahí siguiéramos, si no fuera porque la maestra estaba ahí, cayendo al piso. Entonces vimos cómo el Morgan saltó dos filas hasta llegar junto a la maestra que, en serio, ya en el suelo, tenía los ojos en blanco. El Morgan le puso las manos alrededor del cuello y la recostó suavemente, luego le abrió la boca y, tapándole la nariz, comenzó a bombearle aire, aire. Para esto, ya estábamos todos alrededor, y él nos hacía señas de que despejáramos; alguien ya había ido por la doctora. El Morgan seguía aferrado y le daba unos apachurrones en el pecho y seguía con la respiración de boca a boca, entonces la maestra volvió en sí poco a poco y al fin volvió a respirar normal. Cuando se sintió mejor, la sentaron en su silla. La doctora le puso alcohol por todas partes y, unos momentos después, ya estaba en el hospital.
Después de esto el Morgan nos contó que en las vacaciones había tomado un curso de primeros auxilios en la Cruz Roja y que por eso sabía qué hacer en estos casos. Cuando la maestra volvió el lunes siguiente, mostraba una sonrisa muy bonita y, además, traía una caja como de regalo que le entregó al Morgan. Eran unos pantalones nuevos y finos que el Morgan lució muy contento en el baile de primavera, donde se puso de novio con la más bonita del salón, la Irasema.
Bueno, de esto quería hablar. ¿Quién soy yo? No se los puedo decir, sólo les cuento que soy uno de ustedes, que está a medio camino entre el morro de la mochila de rueditas y el Morgan. Hasta la vista, y échenle ganas a la school...





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LA CLAVE PARA OBTENER EL HÁBITO DE LA LECTURA

Los maestros sostienen que los primeros hábitos de aprendizaje se siembran en el hogar y, si los niños y jóvenes no ven leer a sus padres, no pueden imitar este ejemplo. También, los acusan de no poner límites a la cantidad de horas de televisión, chat o navegación por la red que consume el adolescente. ¿De qué manera se puede estimular a los adolescentes a encontrar placer en la lectura?
La respuesta es sencilla: teniendo en cuenta los gustos y las opiniones de los jóvenes. Muchos padres intentan imponer el hábito de la lectura a sus hijos a la fuerza, es sabido que basta con imponerle algo a un adolescente para que realice exactamente lo contrario. «La lectura de los clásicos son difíciles, y esos jóvenes carecen de una familiaridad con este tipo de lectura como para que puedan valorarla. La formación de nuestra personalidad necesita de la lectura, por lo que no es un capricho es una necesidad». Estimado adolescente, te ofrezco este espacio para que te acerques a la lectura y desahogues tus penas y alegrías escribiendo historias reales o fantásticas, te invito a que compartas noticias, cuentos, leyendas, biografías que interesen a todos los adolescentes de la tierra. "Saludos"